sábado, febrero 21, 2009

Confesión llana...


Confesiòn llana...


Quisiera juntar las palabras más bellas del mundo para distribuirlas entre estas líneas que te escribo. Pero no quiero sonar banal, hemos corrompido tanto esas hermosas palabras, jurado tantas veces en vano por ellas; hemos mentido, robado, matado por ellas; hemos creado un circo vulgar con ellas y ahora que ya no tienen valor alguno suenan superficiales...

Así que no me quedan más que palabras sencillas, ordinarias, las de uso diario y de costumbre. Las palabras que deambulan por todas partes en boca del campesino, del obrero o del profesionista. Aquellas palabras que dices, que digo, en la rutina de nuestras vidas paralelas, distantes...

Comenzaré por revelar que vivirte ha sido lo mejor que me pudo suceder, y no es solo porque en ti encontrara a la interlocutora inteligente con quien compartir, desmenuzar y discernir los temas del ser y de la vida que ya a nadie interesan. Antes conmigo mismo platicaba de ello; Camus y Kafka me enseñaban y con ellos discutía. Pero es que contigo cambian las perspectivas, miro la esfera de las cosas a contraluz y aparecen nuevos tonos; mi visión monocromática cambia y de pronto colores vívidos y nuevos se aglutinan en mis pupilas desatando una total revolución del pensamiento...

Tampoco es porque esté hambriento de amor, que trate de justificar la existencia con el amor, que busque la felicidad en el amor. Ya hace mucho aprendí, que el amor suele ser unilateral y dictador; que induce a la idolatría, la ceguera y la humillación; que el amor se vende por millones en las tarjetas el 14 de febrero y después se olvida trescientos sesenta o trescientos sesenta y tres días. Pero es que contigo regresa a sus orígenes, vuelve a su estado primitivo e inflama el pecho, es democrático y reciproco, convierte el acto de mascar unos chicles juntos en una sublime comunión, el simple helado de limón es un festín si se comparte contigo, una mirada es una placentera conversación, los silencios compartidos no se sufren, se gozan; me tomas de la mano y sabemos cuánto nos preocupamos el uno del otro; me abrazas y me llevas volando a la vida...

Finalmente, no es que se trate de sexo, ese sexo impulso animal que vuelve irracional al macho quien pasa el tiempo oliendo culos de hembras tratando de derramar su semen para “propagar sus genes”; ese sexo tan profundo y complicado en las mujeres, que las confunde y las hace sentir culpables a veces, cuando la vieja educación les llama la atención. Pero es que contigo se trasforma en lecciones de vuelo, cada vez es un delirio nuevo, una nueva aventura donde el sabor de tu entrepierna se mezcla con mi barba y me seduce, donde tus pezones endurecidos son la cima del deseo por su sublime vista, donde tus nalgas carnosas son la virgen caverna que el osado explorador ansia profanar y descubrir, donde tu vientre es la almohada más dulce para mi cabeza adolorida y atormentada por el correr de los días pasados que no habitaste, en los cuales no eras más que un dulce sueño, mi ansiada utopía...

Esta es mi confesión llana del porque mi búsqueda del bienestar ha terminado, pues por una fortuna azarosa a ti te he encontrado, y sé que aún faltan muchas acciones, que debemos hacer muchas jugadas, resistir momentos absurdos, desplazarnos, convivir, conocernos más, mudarnos, adaptarnos, consagrarnos a lo convenido, andar un breve tramo de vida más a la distancia, algunos aeropuertos y uno que otro recelo. Pero al final, cuando estemos juntos, no habrá dicha más grande en el mundo...






Mauricio Mendoza Brito Febrero 2009...

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