Reflejo desnudo, macilento de mi cuerpo, sobre la superficie del espejo trazado, cazador de momentos pretéritos atrapando oídos, bocas, narices, cabellos, pelos púbicos, piernas, brazos, manos, pies, tetas, espaldas, nalgas...
Trazos inconclusos, perecederos, autónomos, dispersos sobre lumpanar intoxicado…
Mi vientre es un bosque enmarañado donde se cuelgan gotas de agua cuando cae la llovizna melancólica / alcohólica del cielo nocturno afín a mi, esas gotas aferradas a mis pelos tratando de sobrevivir, intentando no perecer despanzurradas sobre la tierra estéril, mesuradas parlotean apresuradas entre el follaje otoñal de mi árido vientre, aquel que le otorga vida a la gota temporalmente y que después fue asesinada con una caricia excitada de su mano, ahorcando ahora el miembro erecto y desvergonzado que no acepta caricias, no permite besos, que perece exprimido entre tus piernas, dentro de tu vagina, calido panteón de mi esperma infértil…
El metacarpo yace perforado, se esta desangrando y el dolor no existe, este orgasmo de mil años no le permite ser, y aunque la muerte se acerque sigilosa, nos aceche, nunca le permitirá ser apreciado, ser concebido como única noción de que el mundo existe, es real, que no estoy solo, que no estoy loco, que no agonizo, que aun vivo, que esta sangre no es la mía, que son las gotas de llovizna nocturna que asesino las que manchan, las que corroen mi piel, las que exponen mi mortecina alma al mundo que la ignora, que no la odia ni la ama, que pasea indiferente ante mis ojos y desaparece, se marcha dejando unos despojos colgando sobre un esqueleto, un cráneo con la mirada perdida…
Trazos inconclusos, perecederos, autónomos, dispersos sobre lumpanar intoxicado…
Mi vientre es un bosque enmarañado donde se cuelgan gotas de agua cuando cae la llovizna melancólica / alcohólica del cielo nocturno afín a mi, esas gotas aferradas a mis pelos tratando de sobrevivir, intentando no perecer despanzurradas sobre la tierra estéril, mesuradas parlotean apresuradas entre el follaje otoñal de mi árido vientre, aquel que le otorga vida a la gota temporalmente y que después fue asesinada con una caricia excitada de su mano, ahorcando ahora el miembro erecto y desvergonzado que no acepta caricias, no permite besos, que perece exprimido entre tus piernas, dentro de tu vagina, calido panteón de mi esperma infértil…
El metacarpo yace perforado, se esta desangrando y el dolor no existe, este orgasmo de mil años no le permite ser, y aunque la muerte se acerque sigilosa, nos aceche, nunca le permitirá ser apreciado, ser concebido como única noción de que el mundo existe, es real, que no estoy solo, que no estoy loco, que no agonizo, que aun vivo, que esta sangre no es la mía, que son las gotas de llovizna nocturna que asesino las que manchan, las que corroen mi piel, las que exponen mi mortecina alma al mundo que la ignora, que no la odia ni la ama, que pasea indiferente ante mis ojos y desaparece, se marcha dejando unos despojos colgando sobre un esqueleto, un cráneo con la mirada perdida…
Texto: Inflamadorate una noche del 2004
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