La muerte se presenta al fin ante mi puerta, borracha y desalineada, con una cínica sonrisa en los labios, llega seis horas retrasada...
Se embriagó con la dulzura del hombre que se despedía de su amada mujer en el lecho mortecino...
Desconoció sus labores al ir hablando con el hombre de la vida y el amor, de los placeres diminutos y de los grandes, de la empalagosa fortuna y la amarga tragedia...
Y así la muerte se olvidó de mi, que llevo seis horas agonizando abandonado en este arruinado cuerpo, arrumbado en este cuarto vacío, aburriendo a la necia soledad que se niega a dejarme solo...
Se embriagó con la dulzura del hombre que se despedía de su amada mujer en el lecho mortecino...
Desconoció sus labores al ir hablando con el hombre de la vida y el amor, de los placeres diminutos y de los grandes, de la empalagosa fortuna y la amarga tragedia...
Y así la muerte se olvidó de mi, que llevo seis horas agonizando abandonado en este arruinado cuerpo, arrumbado en este cuarto vacío, aburriendo a la necia soledad que se niega a dejarme solo...
Inflamadorate Julio 2007...
4 comentarios:
No seas ingrato, que es esa soledad la que te hace añorar tanto de todo que escribes como escribes... ¿O no?
Cariños!!!
Si, es verdad Mallén, que malo soy con ella, pero sabe que la es-timo mucho, nos llevamos bien y me perdona mis debrayes...
Cariños...
la muerte se habrá olvidado de vos pero no creo que la soledad se haya aburrido de estar cuidando a un cuerpo agonizante. gracias
Camaradas P & M, quizà si se aburre pero el cariño por el cuerpo agonizante es tal que se mantiene al cuidado...
Saludos...
Publicar un comentario