En una espesa oscuridad es inútil tener los ojos abiertos, él lo sabía así que no hacia el intento de comprender con la vista lo que pasaba, se entregaba confiado al tacto de su piel. Ella no conocía la prisa, tenia todo el tiempo en sus manos y lo disponía a capricho...
Así fue como ambos se entregaron ciegos esa noche a un viaje que parecía interminable, sin preguntarse nada, sin saludarse. Tendido en el lecho como una sabana más, él se abandonaba a las manos inquietas de ella que hundidas en su fantasía trazaban quimeras para cazarlas con los labios...
Todo lo que estaba afuera se convirtió en un accidente ajeno a su incumbencia. En el juego de la naturaleza, él tierra, ella agua, cada caricia era un riego que penetraba profundo en los poros de la carne arenosa convirtiéndose en barro, en lodo, en masa maleable de tierra y agua, y el tiempo no lo marcaban lo relojes ni el sol ni la luna, lo dictaba las manos gotas de lluvia y la piel tierra en ligero movimiento...
Y en espesa oscuridad no se distinguían dos cuerpos, todo era una sola cosa que se meneaba y producía leves chillidos por donde debían de habitar los besos, por donde debían de estar los vientres, por donde podrían amarrarse las piernas y juntarse los sexos...
Así fue como ambos se entregaron ciegos esa noche a un viaje que parecía interminable, sin preguntarse nada, sin saludarse. Tendido en el lecho como una sabana más, él se abandonaba a las manos inquietas de ella que hundidas en su fantasía trazaban quimeras para cazarlas con los labios...
Todo lo que estaba afuera se convirtió en un accidente ajeno a su incumbencia. En el juego de la naturaleza, él tierra, ella agua, cada caricia era un riego que penetraba profundo en los poros de la carne arenosa convirtiéndose en barro, en lodo, en masa maleable de tierra y agua, y el tiempo no lo marcaban lo relojes ni el sol ni la luna, lo dictaba las manos gotas de lluvia y la piel tierra en ligero movimiento...
Y en espesa oscuridad no se distinguían dos cuerpos, todo era una sola cosa que se meneaba y producía leves chillidos por donde debían de habitar los besos, por donde debían de estar los vientres, por donde podrían amarrarse las piernas y juntarse los sexos...
Cuando abrió los ojos estaba solo y desnudo en la fuente, así fue como llegó a está habitación del manicomio...
Texto e Imagen: Inflamadorate Octubre 2005
6 comentarios:
Dulce locura, entregarse sin mirar.
pero que bueno eres, saludos.
Camarada Stultorum, una dulce locura que embriaga...
Gracias Cloè, es la fiebre de la vida, saludos...
Noemí, sin lugar a dudas, depende de la perspectiva su forma ...
Date una vuelta por esta liga a ver que te parece:
http://alasquebradas.blogspot.com/2005/09/ngel-onrico.html
me parece curioso leerte como narrador...
Besos Clau
wua dejas poco para la imaginación, definitivamente la parte central del texto es la que resalta y la que más apasiona
pd: saludos desde Chile
Skin perversa, interesante, interesante. No es la primera vez que me coloco como narrador, pero sí, supongo que es extraño...
Besicos Clau...
Fe, gracias por tus comentarios, saludos recibidos y te mando uno de vuelta desde México...
Publicar un comentario