Qué pasaría si un día cualquiera allano tu casa, me sirvo una copa y me siento en la sala; espero la tarde para verte llegar en la noche con el cansancio del día -la rutina es una desdicha que nos fastidia-, solo piensas en tomar un baño y descansar...
Llegas. Sigiloso me levanto, te escolto a la recamara, te desvisto y te cargo a la bañera; regulo la temperatura del agua y te sumerjo en ella. Me disgrego entonces en cada una de las gotas que te acarician, que resbalan por tu piel para llevarse consigo escamas salitrosas...
Cierro la llave. Soplo viento cálido y te seco mientras juego con tu cabello, rozo tu cuello y palpo tu vientre...
Te acuesto. Hundo en tu espalda los dedos y aprieto con la palma mientras canto una canción de cuna. De una lamida te parto en dos para desprender de ti a la profesionista cansada y dejarla dormir. Quedamos tan solo la mujer Valkiria y yo...
Entonces...
¡Con que vehemencia comería tu coño sonrojado, con cuanta minuciosidad y desenfado exploraría la ruta que te hace gemir...!
¡Con que arrebato te acariciaría y besaría hasta quedar hinchados y explotar en un orgasmo, hasta satisfacernos y re-sumirnos en un verso sicalíptico, hasta volvernos líquidos y ser solamente un par de manchas sobre las sabanas...
Después me evaporo, te estampo un beso en la frente, acomodo los cojines del sillón, lavo la copa donde bebí y me marcho, dejándote sobre la piel una metáfora ardiente como recuerdo...
Y en frenético respiro esperaría el tiempo necesario para allanar tu casa de nueva cuenta y repetir la escena cuantas veces nos convenga...
Llegas. Sigiloso me levanto, te escolto a la recamara, te desvisto y te cargo a la bañera; regulo la temperatura del agua y te sumerjo en ella. Me disgrego entonces en cada una de las gotas que te acarician, que resbalan por tu piel para llevarse consigo escamas salitrosas...
Cierro la llave. Soplo viento cálido y te seco mientras juego con tu cabello, rozo tu cuello y palpo tu vientre...
Te acuesto. Hundo en tu espalda los dedos y aprieto con la palma mientras canto una canción de cuna. De una lamida te parto en dos para desprender de ti a la profesionista cansada y dejarla dormir. Quedamos tan solo la mujer Valkiria y yo...
Entonces...
¡Con que vehemencia comería tu coño sonrojado, con cuanta minuciosidad y desenfado exploraría la ruta que te hace gemir...!
¡Con que arrebato te acariciaría y besaría hasta quedar hinchados y explotar en un orgasmo, hasta satisfacernos y re-sumirnos en un verso sicalíptico, hasta volvernos líquidos y ser solamente un par de manchas sobre las sabanas...
Después me evaporo, te estampo un beso en la frente, acomodo los cojines del sillón, lavo la copa donde bebí y me marcho, dejándote sobre la piel una metáfora ardiente como recuerdo...
Y en frenético respiro esperaría el tiempo necesario para allanar tu casa de nueva cuenta y repetir la escena cuantas veces nos convenga...
Inflamadorate Agosto 2007...
6 comentarios:
Para después de la oficina, toda mujer necesita de un fantasma/ladrón/masajista paciente e impetuoso... Caramba, muchacho... caramba!!!!
Caramba Mallén, caramba, para todos los días de oficina, el hombre necesita ser fantasma/ladrón/masajista...
increible descubrimiento esta tarde llena de nubes.
Tus palabras transmiten energía y erizan el vello.............
Me has dejado rota
Anónima...
Gracias, siento romperte...
Cada vez que te leo no puedo evitar sentir la delicia de tus mundos...
K
Karina:
No puedo evitar, cada vez que te contagio, sentirme alagado...
Aunque algunos de mis mundos, francamente no son tan deliciosos...
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