sábado, agosto 18, 2007

Deje mis llaves en Bogotá...


Crece...


El viaje es siempre alentador, vas sembrando pasos sobre aceras ajenas, te inmiscuyes por un tiempo en rutinas desconocidas, eres sombra y a la vez la luz de un foco diminuto que anhela resaltar...

Mis pisadas son rápidas, me entrometo en oficinas y me enclaustro en juntas, cenas, reuniones. El tiempo se evapora expedito y mis ojos en su afán de sobrevivirle, abren sus fauces para darle enormes mordidas al entorno. Así, me pierdo en el estudio de la fisonomía de un rostro femenino que bebe y charla animadamente en la mesa adyacente. Después, le miro las tetas y las nalgas cuando se levanta al baño y me pregunto a qué diablos sabrá su coño; a que sonarán sus gemidos, como se transformará su faz al momento de la copula; cuáles serían sus movimientos, sus temblores, sus convulsiones; cuanta será la humedad de su orgasmo...

Me sucede esto una y otra vez, en todas partes, con hembras y calles y edificios y parques; en medio de una disertación, en una plática mundana o sometido a un íntimo silencio...

Como todos, adoro el viaje y sus consecuencias; disfruto la excitación inicial y la tristeza final; venero andar el mundo con mis zapatos viejos y mis sentidos corruptos aunque el tiempo sea siempre mi ruin enemigo...

8.00 am, El Dorado, vuelo Mexicana 392, despego sin rastro de ausencia...

9.45 pm, Ciudad de México, llego a casa tras terminar el día en la oficina, no hay llaves y tampoco alguien que abra la puerta, estoy solo, vivo solo...

Dejé mis llaves en Bogotá, dejé pisadas y miradas obscenas, algunas sonrisas y el halo de mi ser en escampe...






Inflamadorate Agosto 2007...

2 comentarios:

Mallén dijo...

Ese halo de ser se come viva la vida entera...
Saludos desde Santiago... no desde Bogotá, ni desde México.

Inflamadorate dijo...

O al menos eso intenta Mallén...

Saludos desde Puebla, no desde Bogotá, ni desde México, ni desde Santiago...